Wednesday, May 02, 2012

GHOST IN THE SHELL...

Me vibraba la pierna.
No, esperen.
Vamos de nuevo...
(...)
Me vibraba la pierna.
(Mierda!)
Me VIBRA la pierna. Aunque hoy lo noté menos, o casi no lo noté. No es un tic, no es un espasmo muscular. Me vibra la pierna, del lado donde siempre pongo el celular, que lo tengo constantemente en silencio. O sea, me vibra la pierna como si alguien me estuviera llamando. Siempre. A toda hora. Aunque tenga el celular sobre la mesa del living y yo esté en el baño. Aunque esté en calzoncillos, sin posibilidad de sostener ni una moneda de 10 centavos con el elástico del boxer. Es el fantasma del celular. Leí en algunos lados (y lo vi mucho en las películas y series americanas) del síndrome del "miembro fantasma", creo que lo llaman. Es cuando uno pierde una extremidad y sin embargo siente que le pica el aire, como si ése miembro aún estuviera ahí. Será lo mismo? Me picará la falta de celular en la pierna?

"Te llamo en un rato, me estoy quedando sin nafta..." 

Creo que esa es la única razón por la que podría estar en contra del proceso CYBERPUNK que las novelas de ciencia ficción (y los nerds unidos alrededor del mundo) tanto quieren imponer; el hecho de unificar cuerpo y tecnología como siguiente paso en la era tecnológica. La idea es tentadora y evidente, en realidad. Tenemos aparatos que llevamos siempre con nosotros encima que lo hacen todo, o casi todo, por uno. Nos comunican, nos dicen quiénes están cerca o lejos, qué temperatura hace, qué hora es, dónde está el restaurante con descuento más cercano y cómo llegar hasta ahí. Todo en un pequeño pedazo de plástico del tamaño de nuestra palma. Sería muy idiota pensar que NADIE NUNCA dijo: "hey, vamos a poner un par de chips debajo de nuestra piel en el brazo que haga todo esto y más! Estoy podrido de perder el celular". El chip debajo de la piel es una idea increíble. Pero me vibra la pierna, y lo odio. Hay un director de cine en Canadá que, al perder un ojo, decidió colocarse uno de plástico con una cámara dentro para grabar todo lo que ve. Hay personas que sólo pueden comunicarse mirando una pantalla y moviendo un cursor con los ojos (con los ojos!) y eso les salvó la vida. Miembros y prótesis mecánicas conectadas con el cerebro por cables que funcionan casi como un brazo de verdad. Actualizaciones humanas versión 3.0. La panacea de los soñadores futuristas como yo. Pero me vibra la pierna. Me acuerdo cuando era chico, cuando estaba en el colegio. No había celulares, la tecnología más avanzada era una computadora con 512 de Ram. Después de un par de horas sentado en los pupitres, después de escribir en mis arcáicos cuadernos de hojas agujereadas con una pluma de cartucho de tinta, tenía la misma sensación: no era un escalofrío por la columna, porque el escalofrío se mide (mal que mal) por su temperatura; era más bien un recorrido, como sentir una rata caminando dentro de mi médula, un cosquilleo incómodo y horrible que hacía que me tuviera que parar y caminar un poco. Erguir la espalda. Ser más humano. Y ahora me vibra la pierna. Qué va a pasar cuando tengamos que descargar actualizaciones para nuestros órganos artificiales? Cuando se nos cuelgue un riñón, por ejemplo? Cuando se tilde el brazo izquierdo con un error de sistema, o el corazón nos tire un blue screen? Si ni siquiera puedo lograr que mi laptop reconozca los parlantes integrados después de instalarle (finalmente!) el Windows 7...


Hijodeputómetro: QUÉ...!

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